RELATOS LLORONA

Había tres muchachos que regresaban de una fiesta ya muy entrada la noche ―estos sucedió en el barrio de Santa Cruz―. Iban haciendo chanzas y burlas entre ellos ya con unas copas de más cuando de repente en medio de la poca luz que encontraban en la obscuridad vieron a una muchacha, jóven, guapa, con un rebozo que cubría su rostro y una falda larga que no dejaba ver sus pies. La muchacha les hizo señas de que fueran hacia donde ella estaba, los jóvenes embelesados por la figura tan femenina de la cual eran testigo siguieron sus pasos. Los perros ladraban en un inicio como en cualquier noche obscura donde el animal no reconoce más que la silueta o sombra de las personas, poco a poco intensificaron su ladrido hasta convertirse en ahullido. Uno de los muchachos que del miedo ya comenzaba a entrar en sus cabales les dijo a los otros dos amigos que él había escuchado decir de su madre que por esa calle se aparecía la llorona, que seducía a los hombre y no los volvían a ver, sabe tú pa´ dónde demonios se los llevaba. ―Y qué tal si es la llorona― respuso. Sin más se guarecieron en un tecorbito donde descansaba calidamente una perrita recién parida. Como no cabían los tres amigos y la perrita decidieron sacarla junto con sus perritos para ganar un poco más de espacio. Ahí pasaron el resto de la noche. A la mañana siguiente al salir de su resguardo se encontraron con los cuerpos de la perrita y sus cachorros ya sin vida. No fue por el frío de la noche de eso estaban seguros. Al llegar a sus respectivas casas sus padres los esperaban enfurecidos, uno de ellos se atrevió a contarle a su madre lo sucedido quien enojada le respondió. ―¡Muchachos pendejos!, den gracias a la perrita que no fueron ustedes quienes quedaron en su lugar.


Tecorbito: pequeña construcción de piedra hecha para guarecerse de las inclemencias del tiempo.

Narración Oral Malacachtepec Momoxco

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