No puedo escribir un poema con tu nombre,
tampoco con el recuerdo de tus labios,
ni con la sábana distendida de una luna con luciérnagas en canto.
Sin aroma que recuerde en mis sueños
ni palabras que bendigan tu nombre,
tampoco que blasfemen la humedad de nuestros orgasmos
nos queremos, por ese momento amotinado de suspiros
nos besamos, con la ternura en pauta de las notas de tu latido
nos amamos hasta bebernos las miradas.
Te veo por el pasillo del monasterio dejando huella pausada,
llevando en mano la lectura de unos salmos
(en latín o en griego),
pero en lengua ajena a los pétalos de tus labios.
Las hojas de aquel libro en sepia se desgajan lentamente con el roce de un suspiro, se desprenden como frutos maduros concluyendo el verano.
Un niño pregona las palabras escritas de hace quinientos años,
-palabras cacarizas pero aún legibles-,
mismas que tus labios leen y recorren la juventud del traspatio.
Me vuelvo a ti y desapareces sobre la cúpula.
Misma que contiene las campanas
quienes continúan inmóviles porque sigues presente,
pero al llegar a la puerta te detienes,
es nuestra desde hace 15 minutos, pero te detienes.
¡Ha llegado la hora!,
Tus cabellos enmarañados sobre mi vientre ya no reposan,
una vez más, marcan el tiempo atenuado, corto y relegado
de una noche donde las aves no trinan, cantan,
cantan tus marañas acuñadas, empolvadas de suspiros.
¡Ha llegado la hora!,
El agua tibia cubre nuestros cuerpos.
Me envuelvo en ti como nítida luz de sol centelleante que abraza la marea.
Como algas sobre tus piernas, reposo las mías a la vez que
por tu espalda recorro un sendero con tus manos;
es suave y tibia como el terciopelo del durazno,
pero con el color almendrado
Mis cabellos se encuentran con los tuyos,
bajo un manto también se enredan:
el de dos cuerpos exudados.
No hacen falta palabras que recuerden la forma de tus labios,
tampoco palabras que bendigan tu nombre
ni aromas que recuerde en mis sueños.
Nos hemos encontrado en el camino,
en el ir y venir de las miradas.
en silencio, emprendemos el regreso juntos
buscando en lo no pronunciado.
Con la voces encalladas y los corazones emboscados.
Sága 2012
Milpa Alta