viernes, 28 de diciembre de 2012

Voces encalladas: corazones emboscados

No puedo escribir un poema con tu nombre,
tampoco con el recuerdo de tus labios,
ni con la sábana distendida de una luna con luciérnagas en canto.

Sin aroma que recuerde en mis sueños
ni palabras que bendigan tu nombre,
tampoco que blasfemen la humedad de nuestros orgasmos
nos queremos, por ese momento amotinado de suspiros
nos besamos, con la ternura en pauta de las notas de tu latido
nos amamos hasta bebernos las miradas.

Te veo por el pasillo del monasterio dejando huella pausada,
llevando en mano la lectura de unos salmos
(en latín o en griego),
pero en lengua ajena a los pétalos de tus labios.
Las hojas de aquel libro en sepia se desgajan lentamente con el roce de un suspiro, se desprenden como frutos maduros concluyendo el verano.

Un niño pregona las palabras escritas de hace quinientos años,
-palabras cacarizas pero aún legibles-,
mismas que tus labios leen y recorren la juventud del traspatio.

Me vuelvo a ti y desapareces sobre la cúpula.
Misma que contiene las campanas
quienes continúan inmóviles porque sigues presente,        
pero al llegar a la puerta te detienes,
es nuestra desde hace 15 minutos, pero te detienes.

¡Ha llegado la hora!,
Tus cabellos enmarañados sobre mi vientre ya no reposan,
una vez más, marcan el tiempo atenuado, corto y relegado
de una noche donde las aves no trinan, cantan,
cantan tus marañas acuñadas, empolvadas de suspiros.

¡Ha llegado la hora!,
El agua tibia cubre nuestros cuerpos.
Me envuelvo en ti como nítida luz de sol centelleante que abraza la marea.

Como algas sobre tus piernas, reposo las mías a la vez que
por tu espalda recorro un sendero con tus manos;
es suave y tibia como el terciopelo  del durazno,
pero con el color almendrado

Mis cabellos se encuentran con los tuyos,
bajo un manto también se enredan:
el de dos cuerpos exudados.

No hacen falta palabras que recuerden la forma de tus labios,
tampoco palabras que bendigan tu nombre
ni aromas que recuerde en mis sueños.

Nos hemos encontrado en el camino,
en el ir y venir de las miradas.
en silencio, emprendemos el regreso juntos
buscando en lo no pronunciado.

Con la voces encalladas y los corazones emboscados.

Sága 2012
Milpa Alta

martes, 11 de diciembre de 2012

200372


Nací en respetuoso silencio
Como agradeciendo a la vida
Anticipados favores.
El mío fue un llanto indeciso
Entre garganta y pulmones.

¡Mentira!
Nací en rebelde silencio
Como reclamando a la vida
Presagiados dolores.
El mío fue un llanto furioso
Al confirmar mis temores.

Ignorando mi voluntad
Blancas manos galenas
Cortaron mi esperanza
De ser una con la eternidad.
 
Karla Rojas.

martes, 4 de diciembre de 2012

En el hoyo

Somos tan nada,
apenas un terrón,
apenas una gota
¡tanto que podemos matar!;
Piedra, ventura del “otro”.
  
Con su muerte
pensamos y soñamos;
¿podemos llorar acaso nos  duela
tanto su temporalidad sobre el ahora?

Dejemos la oscuridad
nos cubra, 
tendida como  manto de  ignorancia
la cabeza y los ojos.

¡Quisiéramos alejarla
tomando un glosario en la mano!
Más apunto pronto esto mismo:
¡gesto tan fútil es al mismo
tiempo vergonzoso¡

¡asco señores!,
¡asco señoras!; 
¡asco es lo que siento
apenas veo los ojos de  la niña lúgubre!
ofreciendo regalarnos
atisbos de fantasía agria,
que suele ser
la filosofía pura de la verdad.


Por lo demás,
todo es excrecencia conspicua:
orina,
excremento,
el grito y la palabra,
movimientos todos
que  valen vivir  convertidos
en un  batidillo ululante:
el ser.

¡Que locura!
A la muerte que le apure
cubrirme con su manto,
no opondré glosario ni poema,
no opondré cuento ni verso alguno,
como tampoco ausencia y vacío.

Si mi bautizo es aquí
y la muerte me toma,
aquí la muerte me lleva.

Makario Xochime  01/12/12

miércoles, 18 de julio de 2012

Poesía nahua, Guadalupe Torres, Delegación Milpa Alta

JARDÍN DE RECUERDOS
                                                                         A Guadalupe Torres

Fotografía
Guadalupe Torres y Moisés Galicia
Fam. Galicia Torres

El capullo,
se ha marchito antes de tiempo
¿Quién salvará las hojas verdes
que aún se contemplan?
¿Quién cuidará de que no caigan
estropeadas por el viento?

La flor,
se ha marchito antes de tiempo
¿Quién cortará  su tallo para dejarla reposar
                                            en tierra firme?
¿Quién sepultará los pétalos caídos
                                   sobre el rocío del pasto?
El fruto,
se ha marchito antes de tiempo,
como piel en vejetud, como ojos en desvelo
¿Quién sorberá su elixir para degustarlo
                                  al caer el atardecer?

¿Quién?
No seré yo.
No seré yo
porque puedo solo mirar por la ventana
                                empañada de ceniza.

No seré yo.
No seré yo
porque mis manos asurcadas tiemblan,
mientras agonizas frente mis pupilas.

No seré.
No seré,
porque mis piernas, ahora inútiles
no responden a la hierba, a la tierra y a la cima.
No.
No,
porque mis lágrimas ahora secas
                han dado el último suspiro.

Y en tierra firme, como tallo de flor marchita,
me han dejado reposar.

El fruto,
se ha marchito antes de tiempo,
como piel en vejetud, como ojos en desvelo.

Quién lo cuidara.

Sàga 2012

martes, 10 de julio de 2012

Abigael Bohorquez desde Milpa Alta

De su libro Heredades



Esto es Milpa Alta, amor: ama el canto,
esto el corno de aromas que la encierra,
vena frutal, lunario del acanto;

esto el atlas de llamas y de tierra,
el idioma nopal, el amaranto
y los diez mandamientos de la sierra...

Abigael Bohórquez

Fotografía de Alejandra Sánchez 2011